Las matemáticas de Pareto nos dicen que ante
cualquier problema, y conociendo de antemano las restricciones que se nos
presentan, solo existe una solución optima para alcanzar un máximo objetivo, y
no existe una segunda solución que no empeore al menos uno de los demás
objetivos de segundo orden.
Digo esto por la supuesta dicotomía entre derecha e izquierda y la creencia imperante de que existen dos posibilidades optimas de mejorar el bienestar de una sociedad. Dicha división es irrelevante pero no es inocua.
En toda la historia de la política nunca
hemos definido correctamente los objetivos de primer y de segundo orden a alcanzar
y mucho menos hemos entendido los problemas que nos han venido encima a causa
de las acciones políticas tomadas. Por lo que si alguna vez alguna sociedad en
el mundo haya creído alcanzar sus máximos objetivos debe saber que ha sido por
mera casualidad y no porque sus políticos sabían lo que hacían. Ante este
panorama el futuro de esa sociedad fuera de serie seguiría siendo incierto ya que seguirían sin tener la
más mínima idea de cómo volver a hacerlo bien si las cosas se torciesen de nuevo.
La separación de raíz entre derecha e izquierda, desde la existencia de partidos democráticos, no parece ser una base solida para empezar a resolver los problemas de una sociedad. Y los ciudadanos no debemos intentar resolver los retos de la sociedad en esa clave.
La separación de raíz entre derecha e izquierda, desde la existencia de partidos democráticos, no parece ser una base solida para empezar a resolver los problemas de una sociedad. Y los ciudadanos no debemos intentar resolver los retos de la sociedad en esa clave.
¿Cuál debe ser el máximo
objetivo de una sociedad? ¿Qué todos seamos ricos? ¿Qué tengamos la máxima
salud? ¿Qué tengamos una educación exquisita? ¿La felicidad? ¿Debemos ser altruistas
con los que podemos considerar perezosos o sociópatas, cuando éstos tienen problemas, o debemos castigarles sin contemplación?
¿Cómo medimos el
máximo objetivo de una sociedad? ¿A través del PIB? ¿De la renta per cápita? ¿Por el porcentaje de
gasto en educación? Hay incluso quienes abogan por medir el alcance del
desarrollo de una sociedad a través del estado de conservación de la pintura de
las carreteras (si el Estado dispone de dinero para su correcta manutención
solo se puede deducir que todo aquello para lo que no tendría dinero sería algo
menos importante que eso).
Para responder a la primera pregunta yo
optaría por un lugar común: que seamos,
todos y cada uno, buenas personas.
(Y con esto no quiero practicar el “buenismo” que se ha atribuido a algún personaje
importante de la historia de España, cuyo término se ha vuelto despectivo muy a
mi pesar)
Quisiera advertir simplemente que teniendo este objetivo máximo en mente es posible que de una manera práctica podamos psicoanalizar a nuestros políticos y medir sus acciones y, ¿por qué no?, hacernos nosotros mismos un ejercicio de introspección, para de esa forma responder a la segunda pregunta de una forma quizás más correcta.
Quisiera advertir simplemente que teniendo este objetivo máximo en mente es posible que de una manera práctica podamos psicoanalizar a nuestros políticos y medir sus acciones y, ¿por qué no?, hacernos nosotros mismos un ejercicio de introspección, para de esa forma responder a la segunda pregunta de una forma quizás más correcta.
Para responder a la segunda pregunta os
propongo un ejercicio preguntándoos a vosotros mismos lo siguiente, concretamente cuando leáis el periódico o cuando veáis el telediario
por la noche: ¿Creo yo que ese señor que me representa es buena
persona? ¿La política que aquella señora quiere llevar a cabo, que deja en la
cuneta de esa forma tan cruenta a tantas personas y cuyos beneficios parecen
tan en el aire, es la política que haría una buena persona como yo? ¿Tal acción política
ayuda a convertir al que la pone en marcha, a todos los individuos afectados, directa e indirectamente, y a los no
afectados, en carácter de simple representados, en buenas personas? ¿Lo que dicen los políticos
de los demás hacen de ellos y de la sociedad mejores personas?
Ansiamos que con nuestro voto los políticos sean
un reflejo de la sociedad. El voto cada cuatro años no es suficiente para que les
demostremos que su reflejo está distorsionado. Y aunque no esté y seamos como ellos, un voto cada
cuatro años es tarde si quisiéramos intentar cambiar a media legislatura nuestro rumbo y
el de los que nos representan. Necesitamos pronunciarnos más a menudo sobre
muchas más cosas. Necesitamos un referéndum cada semana. Quiero saber de primera
mano qué piensan hacer mis representantes sobre los asuntos concretos en los
que tengo una opinión. Quiero poder valorar mejor si los políticos me han salido buenas personas cuando
hablen directamente conmigo. Para que yo mismo, en conjunto con todos los
demás, podamos cambiar su reflejo si no nos gusta lo que vemos.
Actualmente parece que los ciudadanos somos un reflejo de nuestros políticos. Debemos tener el derecho a indicarles las claves en que deben ellos actuar y no al revés.
Actualmente parece que los ciudadanos somos un reflejo de nuestros políticos. Debemos tener el derecho a indicarles las claves en que deben ellos actuar y no al revés.
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