Desde que el monje rumano Dionisio, el Exiguo, en el siglo VI, propuso
reclasificar el inicio de la cuenta de nuestro actual calendario en la fecha
del nacimiento de Cristo, creo que va siendo hora de revisar esta concepción y
reiniciar el calendario basándonos en otros acontecimientos históricos de
inusual transcendencia.
Por ello propongo que el año 1947 pase a ser el nuevo año 1 de la historia.
Y esto básicamente porque fue el año en que el americano Frank Ulrich abrió
una gasolinera en Los Ángeles, la primera con el lema: “Save 5 cents,
serve yourself, why pay more?” (“Ahórrese 5 céntimos, sírvase usted mismo, ¿por
qué pagar más?”).
¿Y que tiene eso de transcendental? Pues nacía entonces el Self-Service.
A partir de ese momento ese concepto empezó a expandirse de forma
vertiginosa por todas las ramas de negocios del mundo con un impacto tal en
nuestras vidas que deberíamos urgentemente cambiar las habituales referencias cronológicas
de a.C y d.C a a.SS y d.SS.
Desde entonces millones de empleados de gasolineras en todo el mundo, o no han sido
contratados, o han sido echados de sus puestos de trabajo. A pesar de ello, y
de que inexpertos e incautos clientes manipulen directamente combustibles o de que
se queden con las manos oliendo a queroseno cuando no haya papel, se trata
simplemente de pequeñas incomodidades comparadas con el clarividente hecho de que
la gasolina es muchísimo más barata en las gasolineras self-service y que el
coste humano colateral generado nos ha proporcionado, a nosotros clientes, un
ahorro de tal magnitud cuya repercusión es perfectamente visible en nuestros
bolsillos. Como consumidores de benceno hemos asumido una tarea más que la
hacían otros.
“!Hazlo tú mismo y ahórrate unos céntimos!
Bajo ese lema un ingente número de agencias de viajes ha cerrado porqué ya no
necesitas las recomendaciones de un experto para asesorarte sobre qué lugares
pueden ser interesantes visitar, adaptados a tu gusto y a tu bolsillo. Ahora
solo tienes que pasar horas sin fin en internet buscando vuelos baratos y rezar
para que cuando llegues a destino exista el apartamento por el cual has pagado.
Como consumidores de servicios vacacionales hemos asumido una tarea
más que la hacían otros.
Recuerdo que cuando yo era pequeño mi madre me enviaba a comprar al súper y
mientras yo le pasaba la compra a la cajera para que ella registrara el precio,
existía una señora, o señor, que se encargaba de guardarme la compra en bolsas
de papel. Hoy esa función ya no existe y te encuentras totalmente expuesto a
las miradas de reprobación de los demás clientes de la cola, y de la propia
cajera, por el tiempo de espera que causas a todos ellos, mientras buscas
la cartera, sacas la tarjeta, vas a por el carro, pones el código pin,
metes la compra dentro del carro, guardas la tarjeta en la cartera, terminas
de meter la compra en el carro y finalmente liberas el espacio de la caja para
la compra del siguiente cliente. Nuevamente está claro que en este caso la no
existencia de ese puesto de trabajo nos ha generado beneficios incalculables
por haber asumido como consumidores una tarea más que la hacían otros.
Con esto quiero decir que con nuestras ansias de ahorrarnos unos céntimos,
no está claro que realmente nos los hayamos ahorrado nosotros o si se los han
ahorrado otros, pero lo que sí está claro es que hemos propiciado, todos juntos
y con ganas, la destrucción de potenciales puestos de trabajo en todo el mundo. Y que
a cambio de que estemos cada vez más ajetreados con tareas propias y ajenas, hemos
ayudado, enérgicamente, a que millones de personas no hayan podido pasar a la
categoría de consumidores, como nosotros, porque no han conseguido un sueldo a
final de mes, independientemente de la utilidad que hayamos podido dar, o no, a
un puesto de trabajo.
Y un bonito
día, sin saber por qué, tu jefe te llama al despacho y te dice que necesitan
ahorrar costes, que los tiempos han cambiado, que las necesidades de los
consumidores van por otro lado y que desafortunadamente tú eres prescindible.
“Save 5 cents, serve yourself, why pay more?”
No hay comentarios:
Publicar un comentario