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miércoles, 13 de julio de 2011

Cuando la caja está vacía: El déficit público español

Estamos en crisis. Intentar salvar el helado a lametones cuando se está dentro de la sauna es una solución pero no parece la más razonable. Salte de la sauna primero. Lo hemos asumido y eso, por lo menos, nos abre un abanico de posibilidades para priorizar las urgencias. Está claro: lo primero es lo primero. Pero en algún momento habrá que preguntarse ¿por qué narices uno se ha metido dentro de la sauna con el helado? Lo que para unos ha sido un bache económico de una dimensión superior a la habitual para España ha sido una catástrofe económica.
En 2007 el estado español disponía de un superávit del 2% del PIB, hasta convertirse en un déficit de más del 11% en 2009, aunque se espera termine este año algo por encima del 6%, con el permiso de los “mercados”. El diferencial entre lo que se gasta y lo que se ingresa es para lo que hay que buscar financiación en el mercado. Es entonces cuando empiezan las comparaciones con los alemanes. Y las comparaciones son odiosas. Si muchos no quieren financiarte porque no ven garantías de retorno suficientes, los que quedan lo hacen a unos intereses más elevados que los que se aplican a otros países.

El déficit público español se debió a una fuerte caída de los ingresos pero también por importante aumento de los costes.

Caída de Ingresos:

Hubo un momento en que los bancos cerraron literalmente el grifo de la financiación, debido esencialmente a la desconfianza causada por los famosos paquetes con activos tóxicos escondidos. Y lo cerraron para todos. Las empresas con menos fuerza comercial ante sus proveedores y clientes, y por lo tanto más dependientes de la financiación bancaria para cubrir sus propios déficits de caja, rápidamente vieron que tenían un problema si cobraban a 90 días y pagan a 30. Fue la primera crisis del déficit a nivel microeconómico. Y sin financiación para cubrirlo se formó un maremoto de quiebras con miles de despidos y vidas truncadas. Claro que eran empresas extremadamente dependientes del crédito bancario para vivir. Pero antes de ese tipo de dependencia ya eran completamente dependientes de clientes o proveedores que utilizaban su posición dominante para obligarles a aceptar sus onerosas condiciones de pago o de cobro. Con esto quiero decir que las empresas dominantes obligan a sus clientes o proveedores a financiarlas mientras las empresas y consumidores en una posición no dominante en el mercado deben buscar en el sistema bancario la financiación requerida por las empresas dominantes. Esta situación nada tiene que ver con fabricar y vender productos o servicios, pero, como se ha comprobado, puede llevar irremediablemente a la ruina todo un país.

Me parece que ya va siendo hora de que se establezca por ley que todos los bienes y servicios deben ser pagados al contado, contra la entrega del bien o servicio, y que debe ser responsabilidad exclusiva del pagador buscar la financiación requerida en el sistema bancario para atender sus intereses de compra, independientemente de su posición dominante o no. Todo el retraso en el cumplimiento de las obligaciones de pago debe devengar intereses automáticos desde la entrega del bien (y no desde la fecha de la factura), obligatorios y recogidos en ley según cálculos específicos para tal efecto y de acuerdo con un determinado índice de referencia.

Lo anterior debería ser válido para todos, incluídas las administraciones públicas.
Y no importa que las empresas dominantes obliguen a sus proveedores a descontar en el precio los intereses a 90 o más días. Lo importante es que todas las empresas cobrarían al contado y que las nuevas decisiones de compra que tomen para mantener su negócio en marcha se harían con la disponibilidad financiera necesaria. No habría entonces la necesidad imperiosa de recurrir al mercado bancário para antender la financiación de las empresas dominantes en su lugar. Todo esto solo por si alguién se inventa otro instrumento financiero, con un atrayente y llamativo nombre en inglés, y cuya traducción tardamos en descubrir que sería "basura" y ponga el sistema financiero mundial patas arriba otra vez.

Aumento de los Costes:

Los subsidios de desempleo actúan como estabilizadores automáticos y permiten que, lo que podría ser una situación de pobreza extrema, sea solamente una situación de casi pobreza, durante un límite temporal que se espera sea lo más corto posible, hasta encontrar un nuevo trabajo. Se podrá discutir si la retribución de ese tipo de ayuda es más o menos grande, pero es indiscutible que permite una mínima seguridad financiera a quienes padecen esa situación. Pero lo cierto es que en España se crean muchos empleos en épocas de bonanza y se destruyen muchos empleos en épocas de crisis. Y en otros países no. La sangría de recursos durante las crisis es dramática para mínimamente mantener el nivel de vida de los ciudadanos. Algo no hacemos bien. Eso se debe, a mi entender, a la alta tasa de temporalidad (gente que durante varios años no ha podido averiguar que es un empleo fijo) y a la escasa movilidad entre aquellos que disponen de empleo fijo (¡las sillas se moldean según la anatomía del empleado durante toda una vida! Cómo para pedir que los políticos no hagan lo mismo…). Si no hay vacantes entre los empleos fijos, los que se incorporan al mercado de trabajo solo pueden optar mayoritariamente a los puestos de nueva creación. 100 perros para un hueso… Tampoco propicia la transferencia de conocimiento entre empresas o que se creen nuevas empresas con el conocimiento y experiencia de los trabajadores fijos. Esos trabajadores prefieren abdicar de una incierta carrera profesional de futuro en otras empresas si tienen que pensar en los X días por año trabajado que van a perder por irse voluntariamente en lugar de que les echen. Como reza el dicho: “Mejor malo conocido que bueno por conocer”. Por lo que con este panorama que nadie se espere 6 páginas de ofertas de trabajo en el periódico dominical.

Pero no culpemos a los trabajadores fijos por actuar de esa manera, aunque parte de la inmovilidad laboral se debe al cultural arraigo al “pueblo”. La verdad toman las decisiones más lógicas posibles en el contexto en que están inmersos. Lo que es cierto es que el contexto no es el óptimo teniendo en cuenta los resultados.

Entre las ideas que en principio, y según lo que conozco, estoy a favor de que se pongan en práctica están:

• El “modelo austríaco”, donde las empresas en dificultades son incentivadas a reducir la jornada de sus trabajadores en lugar de despedirlos, lo que libera al estado de parte de la carga de los subsidios de desempleo

• Utilizar exclusivamente dos tipos de contrato:

      a) uno temporal de 6 meses renovable un máximo de 1 vez en la misma empresa y el cual debe convertirse obligatoriamente en fijo al cabo de un año. La esencia del contrato temporal debe ser solamente la de conceder tiempo para que ambas partes averigüen la conveniencia de transformar esa relación en duradera.

      b) el otro fijo, o de carácter ilimitado o atemporal, sin grandes impedimentos legales para que ambas partes cesen su relación. Vamos, como en los matrimonios.

• Todas las empresas deberían ingresar en un fondo para cada empleado, obligatoriamente y de forma anual, un porcentaje sobre su sueldo desde que éste haya iniciado su actividad en cada una de ellas hasta que la cese. El empleado sería entonces el titular exclusivo de dicho fondo y éste solo lo podría utilizar cuando se encontrara en situación de desempleo, en cualquier de las empresas en que trabaje, y el cual se complementaría con los subsidios de desempleo vigentes. Caso la situación de desempleo no se produjera a lo largo de la vida laboral de un individuo este fondo se podría utilizar como complemento de pensión.

• Fomento del trabajo en casa, total o parcial del conjunto de horas de trabajo anuales computables. Permitiría que el arraigo geográfico no fuera un impedimento para el cambio de empresa en muchos ámbitos laborales, a parte del evidente impacto positivo en el ambiente por la reducción de la necesidad de desplazamientos. Movilidad laboral sin necesidad de movilidad física. Probablemente cualquier medida de desgravación a las sociedades mercantiles en ese sentido permite ahorros sustanciales en los costes energéticos y una mejora de la conciliación laboral y familiar.

Son ideas que no sé si son de izquierdas o de derechas. Solo sé que miro el conjunto, con los datos que tengo, y me parecen razonables para todos. Seguramente habrá políticos que dispongan de más datos que yo y equipos económicos dedicados a analizarlos. Lo único que les pido es que obvien las ideologías y miren el conjunto. A veces las ideologías solo permiten ver a unos cuantos y tapan a otros.