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lunes, 16 de agosto de 2010

El Niño que Dibujaba y Desdibujaba Fronteras en un Trozo de Papel: La Europa de las Fronteras Cambiantes

Desde que el Hombre tiene conocimiento de su existencia su Historia se caracterizó por enfrentamientos entre iguales en la lucha por el territorio y sus recursos. También se caracterizó por la subyugación del grupo de los vencidos al grupo de los vencedores, siendo que los primeros han tenido que asumir la cultura dominante, les gustara o no. Los vencidos han tenido que aceptar de los vencedores las leyes por éstos impuestas, justas o no. Han tenido que aceptar también el acceso al territorio y a los recursos, abundantes o no, que les era permitido. Han tenido además que renunciar, parcialmente o no, a las costumbres y tradiciones que su grupo expresaba, con mayor o menor entusiasmo por cada uno de sus integrantes, y remplazarlos, quizás, por las costumbres y tradiciones de los vencedores.

Imaginemos por un instante que, los habitantes del pequeño territorio donde uno vive - digamos por ejemplo un municipio de algún país europeo, ese pequeño trozo de tierra que nos es familiar, con gentes que nos conocen, por contacto directo o de vista, o que simplemente les parece que nos conocen, por que se ven reflejados en nuestra manera de vestir, de hablar, de interactuar con los demás, que conocen casi tan bien como nosotros las tierras y lugares por donde nos desplazamos con frecuencia, que son capaces de identificar un objeto, una estatua, una marca, un árbol, por donde pasamos, o cualquier otra pequeña referencia en algún sitio que creíamos imperceptible para los demás – pudiesen escoger democráticamente en que territorio más amplio, actualmente constituido de forma oficial, quieren que su municipio se integre, ya sea por lazos culturales, por acceso a los recursos, por valorar la estructura administrativa o admirar su marco legal.

Si seguimos imaginando podemos pensar que, nuestro pequeño municipio, puede decidir si se quiere integrar en un mayor grado con otro municipio, con otra comarca, provincia, con otra región y - ¿por qué no? – con cualquiera de esas estructuras en otro país. Es posible que el resultado sea que el territorio donde quiera integrarse no coincida con el territorio administrativo en que el municipio está actualmente integrado, ni en su forma municipal, ni comarcal, ni provincial, ni regional, ni estatal. ¿Sería posible la construcción del ordenamiento territorial y jurídico desde abajo hacia arriba? ¿Sería posible conseguirlo sin una gota de sangre derramada en el intento, al contrario de cómo lo ha demostrado y sigue demostrando nuestra Historia?

¿Ciencia ficción? Veamos:

Las Ventajas

Si mantenemos nuestra imaginación activa podemos suponer que una mayor integración, en cualquier nivel, con otro territorio distinto no debe significar propiamente una escisión del territorio actual. Más que dejar a una novia por otra, podríamos hablar de ampliar el grupo de amigos, donde podemos compartir experiencias, aprender y ayudarnos mutuamente. Hablamos de desdoblar, caso se desee, la estructura jurídica de la cual nuestro pequeño territorio depende actualmente, y reorganizar las competencias entre distintos niveles de organización territorial homólogos, iguales o superiores, para crear un marco específico, cuya gestión afecte exclusivamente a nuestro municipio. En nuestro ejemplo el municipio podría decidir hasta que ámbito territorial máximo quiere que exista un acuerdo (entre el municipio en si y el municipio deseado, entre la comarca y la comarca deseada en integrarse, o la provincia de la comarca y la provincia deseada en integrarse, entre su región y la deseada, etc) para que se creen leyes, hasta los niveles requeridos, que afecten exclusivamente a los habitantes de ese pequeño territorio y reflejen el deseo de unión de un pueblo con otro. El municipio de nuestra imaginación podría ser, en definitiva, la intersección de estructuras territoriales distintas.

Para el territorio que recibe una propuesta de integración por parte de otro puede ser un verdadero honor que se considere su marco legal o cultural atrayente. Eso quiere decir que su modelo organizativo es válido para otros y que le admiran por ello.

Además sería posible ver gobiernos provinciales, regionales y estatales esforzándose para que ciertas comarcas potencialmente rebeldes, dejen de serlo, utilizando argumentos de potencial interés para ellas.

Lejos de la cerrazón cultural que generan ciertos comportamientos, habituales en la Historia, de vencedores y vencidos, dónde unos consideran como suyos ciertos territorios más cercanos a otros y la voluntad de los primeros debe prevalecer sobre los segundos, propiciando de esa manera ciertas ganas colectivas de nos apartarnos los unos de los otros, donde acabamos por ver más los defectos en los demás que sus virtudes, y por consecuencia dejamos de aprender y evolucionar, se pretende dar una vuelta de tuerca en la dirección, que parece inevitable, en la que van nuestras sociedades actualmente, vitalizando más el arte de convencer que de imponer.

Los Inconvenientes

Para el territorio más amplio al cual el municipio de nuestra historia se encuentra actualmente integrado puede parecer que se le desdeña caso desee integrarse en otro distinto y no debería ser ese el caso. Además en términos financieros un municipio podría tener excedente de recursos propios o escasez de ellos y puede que se creen inevitablemente fricciones cuando alguien tiene que compartir beneficios propios con otros o cuando debe asumir costes de otros (un profesor de Creación de Empresas decía que lo último en que hay que pensar para crear una es en el dinero. “Si la idea es clarísimamente buena, aunque no tengas dinero, cualquiera que lo tenga te lo financiará.” Aún no he podido comprobar personalmente la veracidad de esa afirmación, no tanto por la falta de ideas pero por falta de coraje para ponerlas en práctica).

Ahora viene la pregunta clave: ¿cómo trasladar a la realidad un deseo democrático de esta índole, de un pequeño grupo de habitantes cualquiera, y superar con éxito las enormes barreras, que vendrán, para llevar a cabo dicho cometido épico?

El cómo

No sé si dispongo de las respuestas más acertadas para salir de este berenjenal pero intentaré dibujar algunos garabatos que juntos quizás puedan tener algo de lógica:

• El primer y fundamental paso sería disponer de un Tratado a nivel europeo que, teniendo esa categoría, estaría por encima de las leyes nacionales, que permitiera una reorganización territorial, incluso entre Estados, desde las unidades territoriales más pequeñas en Europa y por consecuencia obligase a una reestructuración jurídica de los territorios afectados, cuyos efectos incidirían sobre estas pequeñas unidades territoriales.

• Todas los municipios o entidades territoriales afines de Europa deberían ser objeto de un referéndum en el que decidirían con qué territorios colindantes desearían integrarse (municipios, comarcas, provincias, regiones, países), que podría hacerse periódicamente, por ejemplo cada 20 o 30 años, teniendo en cuenta que a partir de entonces nuestros políticos y jueces necesitarían de algún tiempo más para, crear órganos de concierto, comparar las normas de territorios distintos y crear nuevas normas que converjan en lo que creen la voluntad popular de los municipios, a nivel social, cultural y de financiación, y finalmente permitir su entrada en vigor y aplicación, una vez dichas reglas fuesen aprobadas nuevamente en referéndum popular. Con un poco de suerte podríamos vivir la experiencia un par o tres veces en la vida.

• No sería conveniente que el territorio objeto del deseo de integración pudiese negarse a aceptar la integración o la tutela sobre un município que le desee y debe obligatoriamente empezar a trabajar con su territorio homologo, donde está actualmente incluida esa unidad territorial, para crear el nuevo marco legal para ella. Sería un esfuerzo titánico la primera vez pero la tendencia seria cada vez más homologar políticas entre territorios.

• Las unidades territoriales solo deberían exigir la integración en territorios contiguos a los territorios homólogos, en un nivel similar de competencias al de aquellas donde están actualmente integradas (por ejemplo un municipio desea que su provincia se integre con otra provincia colindante a la suya para que ambas compartan competencias y dispongan de un marco legal que rija en un nivel superior la vida del municipio), a no ser que haya elementos culturales importantes que les unan específicamente o que se traten de islas, que deberían tener un contexto específico. No tendría sentido, desde mi punto de vista, que una pequeña unidad territorial ubicada en Castilla La Mancha quisiera que su provincia se uniese con una hipotética provincia de Finlandia para que se pongan de acuerdo en políticas que le afecten.

• Por otra parte la organización territorial inicial, donde se incluye el municipio, nunca perdería su status pero sí lo podrían perder las subsecuentes organizaciones territoriales, de manera a evitar que los municipios fuesen tutelados por cada vez más participantes. Es decir, los habitantes de un municipio pueden querer dejar de ser tutelados por un territorio al que quisieran una vez estar integrados pero no deberán perder la tutela del territorio inicial que le tutela. La idea es que no haya escisiones del marco territorial actual y que siempre se busque la cooperación.

• La Unión Europea debería además crear un fondo que permitiera que una nueva situación territorial como la propuesta no provocara perdedores de facto, especialmente a nivel financiero, en la nueva estructura organizativa.

Actualmente hay quienes desean separarse de otros territorios, y por lo tanto dividirlos, pero muchas veces no aceptan la divisibilidad del suyo. Otros en cambio presumen de unión pero siempre desde de su posición dominante: “Puedes hacer todo lo que quieras siempre que sea exactamente lo que yo diga”.

En una Europa plagada de separatismos, tópicos, desconocimiento del vecino, con estructuras territoriales que no reflejan en muchos casos los deseos de sus ciudadanos, con tiques de imposición de culturas mayoritarias a minoritarias, sería interesante que se reorganizara de mejor forma, que hubiera un verdadero esfuerzo integrador a nivel político y ciudadano y que cada persona fuera partícipe en cómo hacerlo. Una verdadera reforma a la japonesa, de abajo hacia arriba.

Dejaríamos de hablar de separatismos o segregaciones territoriales ya que la propuesta se basa mayoritariamente en la ampliación de las tutelas y territorios.

Con toda la seguridad no dispongo de las respuestas a todas las preguntas de cómo llevar a cabo todo este planteamiento, quizá sea solo una idea sin sentido práctico, quizá no dispongo del conocimiento para desarrollarla, quizá existan otras mejores. Pero lo fundamental es que quizá haya sido una pequeña chispa en la mente de alguien que le permita ver el mundo de otra forma. Solo con esto ya ha valido la pena plantearla.

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